Los brotes generalizados de enfermedades tienen el potencial de sacudir a las sociedades para que adopten nuevas formas de vida.
Pero cuando terminé el libro, sus acontecimientos chocaron con el presente. En marzo de 2020 estaba trabajando en las correcciones cuando la ciudad de Nueva York, donde vivo, empezó a cerrar. De repente, tuve mucho tiempo, y mucha motivación, para considerar lo que había acertado y lo que no sobre la devastación que la enfermedad genera en una sociedad.
La historia no puede decirles a los políticos y activistas estadounidenses con exactitud cómo responder a la COVID-19; más bien ofrece ejemplos de lo que no se debe hacer. Sin embargo, los brotes en la Sudáfrica del siglo XX, la Inglaterra medieval, la antigua Roma y otros lugares pueden ofrecer algunas lecciones para quienes trabajan con el fin de curar los daños de la COVID y forjar una sociedad más justa tras su paso.
Hace cinco años, la historia de las pandemias fue un punto de partida para mí, una inspiración, y poco más. Ahora es algo más urgente: representa lo que podemos esperar en estos tiempos oscuros, así como lo que nos espera si no actuamos. A continuación enumero algunas lecciones aprendidas.
Diversas sociedades han respondido de manera diferente. En muchas partes del noroeste de Europa, como Gran Bretaña y lo que hoy son los Países Bajos, la muerte repentina de una gran parte de los trabajadores significaba que era más fácil para los sobrevivientes conseguir trabajo y adquirir tierras. “Se produce un aumento de la riqueza per cápita y una reducción de la desigualdad de la riqueza”, explicó Bailey. Desde un punto de vista económico, al menos, “la gente corriente está mejor”.
Lo contrario ocurrió en gran parte de Europa del Este, donde los terratenientes consolidaron su poder sobre el campesinado, ahora escaso, para volver a imponer la servidumbre y obligarlos a trabajar la tierra en condiciones favorables para los poderosos. Allí, la desigualdad se estabilizó o incluso aumentó a raíz de la peste.
En general, si “la resiliencia en una pandemia es hacer frente”, continuó, “posteriormente, la resiliencia económica y social consiste en adaptarse”. La lección moderna sería: “Adaptarse a la nueva realidad, al nuevo paradigma, a las nuevas oportunidades, es la clave”.
El avance hacia una mayor igualdad económica en Inglaterra tras la peste puede haber sido un poco atípico: a lo largo de la historia, las epidemias tienden a intensificar las desigualdades sociales existentes.
“Si los efectos del racismo y la xenofobia fueran menos sistémicos en nuestra sociedad, probablemente veríamos menos muertes como resultado de la COVID-19”, comentó White. “La intolerancia es, de manera sustancial, mala para la salud pública”.
Aunque las pandemias han reafirmado viejos prejuicios y modos de marginación, también han generado cosas nuevas, especialmente en cuanto al arte, la cultura y el entretenimiento.
Una respuesta espiritual a la enfermedad también provocó un cambio cultural en la Inglaterra del siglo XIV. Recordando las fosas comunes de la peste negra, los británicos temían morir sin un entierro cristiano y pasar la eternidad en el purgatorio, dijo Bailey. Así que empezaron a formar gremios, pequeños grupos religiosos que funcionaban básicamente como “clubes de seguros de entierro”, en los que recaudaban dinero para dar a sus miembros el tratamiento adecuado tras la muerte.
Esas cofradías organizaban fiestas y otros eventos, y con el tiempo surgió la preocupación “por el consumo de cerveza en la iglesia y sus alrededores”, dijo Bailey. Así que los gremios comenzaron a construir sus propios salones para socializar. Luego, durante la Reforma en el siglo XVI, los gremios se disolvieron y los salones se convirtieron en algo nuevo: los pubs.
Sería frívolo calificar a esas innovaciones culturales como un “rayo de luz” originado por las pandemias; después de todo, han surgido muchas formas de arte y nuevos lugares sociales sin el catalizador de las muertes masivas. Sin embargo, vale la pena recordar que, incluso a raíz de los desastres de salud pública más devastadores, la vida social y la creatividad humana han resurgido de formas nuevas e inesperadas.
“Las pandemias son tanto catástrofes como oportunidades”, me dijo Bailey. En los próximos años, el mundo se enfrentará a la trágica oportunidad de reconstruirse tras la COVID-19. Si aprendemos las lecciones de la historia, quizá podamos hacerlo de una manera más justa, más inclusiva e incluso más alegre que el pasado que nos hemos visto obligados a superar.
Category: Science
Source: New York Times